Roberto Rossellini
La mirada de la piedad
Roberto Rossellini
Miguel Laviña Guallart | 30 noviembre, 2021
Cineasta libre en constante búsqueda de la verdad, Roberto Rossellini (1906-1977) exploró la realidad a través de una mirada cargada de humanidad y cuestionó las claves de la existencia. Su obra, en continua experimentación, puede considerarse uno de los puntos de partida de la modernidad en el cine.
La filmografía de Roberto Rossellini comprende buena parte del siglo XX, desde sus primeros documentales y filmes en la época del fascismo italiano, el nacimiento del Neorrealismo con la denominada “Trilogía de la liberación” –Roma, ciudad abierta (1945), Paisà (1946) y Alemania, año cero (1948)-, obras capitales que significan una auténtica ruptura formal con la manera de concebir el cine hasta aquel momento; la evolución a principios de los años cincuenta hacia películas de la entidad e influencia de Stromboli (1950), Europa `51 (1952) o Te querré siempre (1954), con las que inicia el camino hacia una progresiva introspección psicológica de los personajes; el testimonio documental de su alejamiento de Italia en India (1958), sus largometrajes en los años sesenta, y la extensa producción televisiva durante el último tramo de su trayectoria, hasta finales de los años setenta.
▲ Roma, ciudad abierta –Roma città aperta– 1945
Revisadas hoy en día, algunas de sus películas trascienden los límites puramente cinematográficos para convertirse en auténticos documentos históricos del siglo XX. Rossellini se adelantó incluso a su propio su propio tiempo, y una vez que la complicada producción cinematográfica de los años sesenta le dio la espalda, supo encontrar un refugio en la televisión de aquel momento, donde realizó una serie de filmes sobre hechos y personajes relevantes de la historia. El carácter humanista de Rossellini y su inquietud por entender las claves de la existencia, le condujeron a una coherente evolución, de lo inmediato hacia lo colectivo. Desde unas primeras películas que reflejan la palpable realidad tras la Segunda Guerra Mundial y sus efectos en la sociedad durante los años posteriores, hasta sus últimos filmes y series de carácter histórico, que se convirtieron en una profunda reflexión global sobre la propia historia.
La obra de Rossellini, en especial la “Trilogía de la liberación” –Roma, ciudad abierta, Paisà y Alemania, año cero– transciende los límites puramente cinematográficos para convertirse en auténticos documentos históricos del siglo XX
Roberto Rossellini colocó por vez primera la cámara a la altura de los ojos, y siguió a la persona. En la “Trilogía de la liberación” se sirvió de la técnica formal del documental para construir historias de ficción, dando paso de forma progresiva ese espíritu documental al análisis del interior emocional del individuo. La sinceridad de su mirada convertía los hechos filmados en una especie de revelación cinematográfica. Todavía hoy es posible sentir el testimonio de humanidad y la piedad que el cineasta mostró hacia sus personajes.
Rossellini, año cero
En junio de 1945, Roberto Rossellini comienza a rodar en las calles de una Roma recién liberada por los aliados varias historias reales, ocurridas durante la resistencia, con total libertad, precariedad de medios -incluso parte del negativo de la película estaba caducado-, unos pocos actores profesionales y los ciudadanos protagonistas de lo narrado. Las calles de la capital italiana y el sufrimiento de aquellos que vivieron la ocupación quedaron inmortalizados por el director en Roma, ciudad abierta (Roma citta apertà, 1945) Un año más tarde, continua transitando por los caminos abiertos por el Neorrealismo -al igual que otros cineastas coetáneos-, y es testigo de la desolación del resto del país en la película de la liberación Paisà (1946), mediante seis episodios que siguen el avance del ejército aliado a través de la península, desde Sicilia hasta las tierras del Po. La “Trilogía de la liberación” se cierra con las estremecedoras imágenes de Alemania, año cero (Germania, anno zero,1948), testimonio de la total destrucción de Berlín tras la guerra, a través del trágico periplo por sus calles devastadas de un niño que intenta conseguir recursos para su familia.
▲ Paisà -1946-
El productor Renzo Rossellini, hijo del cineasta, recordaba su figura en la retrospectiva que la Filmoteca Española le dedicó con motivo del centenario de su nacimiento. En una de sus sesiones, afirmó que Rossellini era muy consciente de este legado: “Mi padre siempre supo muy bien lo que hacía. En algunos aspectos fue un adelantado a su tiempo, un incomprendido y en muchos momentos se sintió muy solo. Aunque no lo pareciera, también le afectaban mucho las críticas. El día antes de morir hacía frío y le pusimos un abrigo. Días después descubrí en un bolsillo una crítica de Paisà, que había guardado durante más de treinta años doblada en cuatro partes, en la que se hablaba de El loco de Rossellini”.
▲ Alemania, año cero –Germania, anno zero– 1948
Las circunstancias personales del director influyeron de forma decisiva en algunos de los aspectos significativos de su obra. Renzo Rossellini recordaba: “Durante la Segunda Guerra Mundial nos mandó a vivir a Barcelona, porque lo consideraba un lugar más seguro… dónde todavía viven unos familiares. En esta ciudad murió mi hermano a los nueve años. Después de una sencilla operación, una infección posterior causó su fallecimiento. No pudieron darle antibióticos necesarios. La muerte de mi hermano fue un hecho que influyó en toda la obra posterior de mi padre, sus películas no pueden entenderse sin este hecho”. Esta tragedia familia y los estragos que la guerra, especialmente en la infancia, está presente de manera implícita a lo largo de su filmografía. Paisà toma el nombre del protagonista del segundo episodio de este largometraje, un niño que sobrevive en Nápoles mediante pequeños engaños a los soldados aliados. Los efectos producidos por la Segunda Guerra Mundial se encuentran también implícitos en el suicidio de un niño al inicio de Europa ´51. En Alemania, año cero sigue en todo momento al casi adolescente Edmund por las ruinas de Berlín. El niño de Roma, ciudad abierta es testigo del terrible instante en el que su madre, Pina, es abatida a tiros en plena calle. En los últimos fotogramas de la película, uno de los momentos más hermosos de la historia del cine, unos muchachos se alejan en la ciudad eterna después de haber sido testigos de la barbarie. Son ellos los inocentes de la guerra y quienes deberán vivir con esa herencia en el futuro.
▲ El amor –L´amore– 1948
Anna Magnani, conmovedora dando vida al personaje de Pina en Roma, ciudad abierta, interpreta en 1948 El amor (L´amore), un largometraje compuesto por dos episodios, con el que Rossellini filma un verdadero acto de amor hacia la actriz, tal y como queda reflejado en sus títulos de crédito: “Esta película es un homenaje al arte de Anna Magnani”. El primer episodio adapta el célebre monólogo teatral de Jean Cocteu La voix humanine (1930), y el segundo, bajo el título Il miracolo, relata el encuentro de una sencilla campesina con un extraño -interpretado por un joven Federico Fellini-. Anna Magnani realiza un magistral esfuerzo interpretativo, tanto en el monólogo en el que una mujer telefonea a su amante, que la ha abandonado para casarse -una desnuda radiografía sobre los límites del sufrimiento-, como dando vida a la campesina que se enamora de un vagabundo al que cree San José, sintiéndose humildemente llamada por la gracia divina, y que es cruelmente rechazada por un opresivo entorno rural.
Una actriz que sólo sabe decir “Ti amo”
El prestigio internacional alcanzado por Rossellini con sus primeras películas y la eclosión del Neorrealismo, hizo posible que Ingrid Bergman viese Roma, ciudad abierta y Paisà en un pequeño cine de Los Ángeles. La actriz sueca quedó tan impresionada que decidió escribirle una carta, hoy en día célebre: “Querido señor Rossellini, he visto sus dos filmes Roma, ciudad abierta y Paisà, y me han gustado mucho. Si necesita una actriz sueca que habla muy bien el inglés, que no ha olvidado su alemán, que no sabe hacerse entender bien en francés, y que en italiano sólo sabe decir ‘Ti amo’, estoy decidida a acudir y hacer una película con usted. Ingrid Bergman”.
▲ Roberto Rossellini e Ingrid Bergman
Esta carta llega a manos de Rossellini en mayo de 1948, y tras una larga relación epistolar y complicadas negociaciones -Finalmente Howard Hughes, RKO, se hizo cargo de la coproducción y distribución internacional-, Ingrid Bergman viaja a Italia para interpretar a Karin, una refugiada lituana que contrae matrimonio con un modesto pescador para poder abandonar un campo de refugiados, el papel escrito para ella por Rossellini en Stromboli (Stromboli, Terra di Dio, 1950). Durante el rodaje inician una relación sentimental -que generó un considerable escándalo en su época-, y profesional, que se prolonga en otros cinco largometrajes: Europa ´51 (1952), El episodio L´invidia de Nosotras las mujeres (Siamo Donne, 1953), Te querré siempre (Viaggio in Italia, 1954), el oratorio filmado Giovanna d´Arco al rogo (1954) y La paura (1954).
▲ Stromboli –Stromboli, Terra di Dio– 1950
Unas obras en las que Rossellini inicia un progresivo análisis psicológico de sus personajes, en el que observa sus itinerarios espirituales, incidiendo en aspectos como la incomunicación, la inadaptación o la mediatización física y moral del individuo por su entorno inmediato. Los sentimientos o la situación moral de los personajes encuentran un reflejo en la naturaleza o en determinados aspectos de la realidad que les rodea. En este sentido, resulta emblemática la magistral secuencia de Viaggio in Italia rodada en Pompeya, en la que la infelicidad de una pareja en crisis queda el descubierto ante el descubrimiento de las figuras de un hombre y una mujer, abrazados durante siglos bajo la ceniza. Los filmes de esta etapa fueron denostados en su estreno por la crítica e incomprendidas por el público. A este fracaso artístico se sumó la ruptura de la pareja en 1957, separados por muy distintos métodos de trabajo y de entender el cine.
Punto de partida de la modernidad cinematográfica, películas como Stromboli y Viaggio in Italia fueron reivindicadas años más tarde por los integrantes de la Nouvelle Vague
Unos años más tarde, los integrantes de la Nouvelle Vague francesa redescubrieron el lenguaje cinematográfico surgido en estas películas, y reivindicaron la dimensión del cineasta italiano a través de las páginas de la Cahiers de cinéma. A finales de los años cincuenta, este grupo de nuevos cineastas, encabezados por nombres como François Truffaut, Jean-Luc Godard o Eric Rohmer, trataron de aplicar en sus primeros trabajos cinematográficos aquella premisa de libertad creativa, rodando en escenarios reales con precariedad de medios, en el marco de una nueva renovación estilística. Renzo Rossellini aseguraba: “Mi padre conoció a estos nuevos directores, con los que compartió muchas charlas. Recomendó a los jóvenes creadores franceses rodar películas baratas, por su cuenta, y ante todo mantener su libertad. Sólo a través de la sencillez puede un director conseguir su independencia. Rossellini fue un director que buscó la libertad a través de todas sus películas, lo que le hizo apartarse del cine para refugiarse en la televisión, donde encontró los medios y la comodidad para contar lo que quería”.
▲ Europa ´51 -1952-
El concepto de guion ha sido uno de los aspectos más cuestionados en la obra de Rossellini. El propio director declaró en varias ocasiones que comenzaba sus películas a partir de unas cuantas ideas y escribía conforme avanzaba el rodaje. Incluso se ha comentado que utilizaba papeles que sacaba de sus bolsillos y entregaba a los actores poco antes de rodar. Resulta difícil de comprender, observando la extraordinaria solidez en el guion y puesta en escena de obras como Europa ´51 que el proceso de construcción fuese de esta manera. En relación a esta última película, Renzo Rossellini destacaba que “El final de Alemania año cero era el suicidio del niño, un hecho que hay que enlazar con el punto de partida de Europa 51, que es el suicido del hijo de la protagonista, Irene. En esta película mi padre tenía una idea en la cabeza, más allá de cualquier guion: la reacción de Irene ante el sentimiento de culpabilidad por la muerte de su hijo. Primero se implica en la lucha contra desigualdad, trabaja en los suburbios surgidos de la industrialización, pero se siente decepcionada, ve su trabajo inútil. Más tarde, intenta buscar consuelo en la religión católica, pero tampoco sus respuestas son suficiente para ella. Su entrega a los demás llega a tal punto que acaba convirtiéndose en una especie de ‘santa’ de la sociedad moderna. Pero esta diferencia asusta a quienes la rodean, es considerada una ‘loca’, una enferma mental. Esto era lo que mi padre ante todo quería contar, y el guion estaba en función del relato: la forma en que Irene, a causa de su simple ‘diferencia’, es apartada de la sociedad”.
▲ Te querré siempre –Viaggio in Italia– 1954
Hacia la historia global
La incomprensión crítica y el fracaso comercial de las películas realizadas junto a Ingrid Bergman, unida a la ruptura sentimental de la pareja, conduce a Rossellini a un periodo de autoexilio de Italia. Tras una estancia en París, a finales de 1956 inicia un largo viaje en la India, que queda reflejado en el documental India: Matri Bhumi (1959) y en formato episódico para televisión bajo el título L´india vista da Rosellini. Un viaje hacia nuevas fuentes de inspiración y una vuelta a sus orígenes documentales, con el que se aleja durante un tiempo de una industria cinematográfica donde cada vez le era más complicado encontrar financiación. A su regreso a Italia, consigue realizar una serie de largometrajes hasta mediados de los años sesenta, como El general de la Rovere (Il generale Della Rovere, 1959), Viva Italia (Viva L´Italia, 1961) o Alma Negra (Anima negra, 1962), antes de comenzar a trabajar principalmente para la televisión. En este medio puede llevar a cabo un amplio proyecto histórico -con indudable carácter didáctico-, en forma de documentales y series como La edad de Hierro (1965), La toma de poder por Luis XIV (1966), Los hechos de los apóstoles (1969) o Blaise Pascal (1972).
▲ El general de la Rovere –Il generale Della Rovere– 1959
Renzo Rossellini recordaba también el humor presente en algunas películas de su padre, identificado a menudo con el dramatismo de sus relatos: “Era un hombre muy divertido, nunca me reí tanto como con él. Y sí que hizo comedia, como aquel episodio de Paisà en el monasterio franciscano y Dov´è la liberta (1952) protagonizada por Totò, dentro de la tradición de la comedia italiana de la época”. También tuvo tiempo para comentar alguna curiosidad: “No es cierto que a mi padre no le gustase El general de la Rovere (1959), protagonizada por Vittorio de Sica -largometraje por el que obtuvo el León de Oro en el Festival de Venecia-, o que la considerase una obra menor, aunque fuese una película de encargo. El productor hasta entonces había hecho filmes de éxito, pero quería conseguir una película de prestigio para poder acudir al Festival de Venecia. Para llegar a tiempo tuvieron que rodar en tan sólo cuatro semanas, poquísimo para una película. Lo que ocurre es que era una historia sobre la Resistencia en la Segunda Guerra Mundial, algo que él había rodado antes, en su tiempo, y simplemente no le gustaba repetir aquello que ya había hecho. Con Vittorio De Sica se llevaba bien, eran compañeros, coetáneos, al igual que Federico Fellini, con quien también trabajó”.
Transitando por los caminos abiertos por el Neorrealismo italiano, todavía hoy es posible sentir el testimonio de humanidad y la piedad que Rossellini mostró hacia sus personajes
Respecto a la mayor enseñanza recibida por su padre, Renzo Rossellini aseguraba: “Ante todo, su humanidad, su inmensa sabiduría. En la historia ha habido muchas personas que han sido consideradas profetas por el saber que han transmitido a los demás, y yo durante años tuve la impresión de vivir con un profeta. Mi padre se adelantó a su tiempo en muchos aspectos. Ante todo, estaba preocupado por la verdad, el contenido y mensaje de sus películas, más que por la forma”. En cuanto a sus posicionamientos políticos “Por supuesto, estuvo en contra del fascismo, pero ante todo creía en el ser humano”. Resulta curioso preguntarse qué pensaría el cineasta sobre el cine actual. Renzo Rossellini no dudaba de que “No le gustaría, y por supuesto, en la actualidad el cine de mi padre no tendría cabida, pero ni siquiera en la televisión, donde trabajó en los últimos años. Hoy día no podría tener el sitio necesario para hacer sus películas. Aun así, su idea fundamental sobre el concepto del cine sigue viva: rodar películas de bajo presupuesto y conservar siempre la libertad”.
▲ Roberto Rossellini (1906 – 1977)
El documental Rossellini visto da Rossellini de Adriano Aprà (1993) incluye las declaraciones de su hija Isabella Rossellini, comentando cómo en la familia les gusta considerar la obra de su padre no conforme fue rodada, sino mediante una visión de conjunto. Es decir, comenzando por La edad de hierro, pasando, por ejemplo, por Sócrates, Los hechos de los Apóstoles, Luis XIV, Roma Ciudad Abierta a Europa 51. En la retina del espectador quedarán como parte de la memoria del siglo XX algunas secuencias como Pina -Ana Magnani- corriendo por las calles de Roma, el niño Edmund escuchando en un gramófono a Hitler entre las ruinas de Berlín o la refugiada Karin -Ingrid Bergman- perdida en las laderas del volcán Stromboli. Una reveladora manera de entender la obra de un cineasta que logró conjugar realidad y ficción, historia y cine.
ROBERTO ROSELLINI (1906 – 1977) – EN IMÁGENES
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